En mi viaje a Cádiz.
Volví a pasar por la estación de tren donde empezó todo. Aquel fin de semana.
Me resultó extraña, normal, vulgar.
Le faltaba el sol de aquellos días de verano. El nerviosismo de los trenes que llegaban. Las agujas de reloj que se paraban esperándote. La ilusión con la que se marchaban los vagones. Las parejas que fuimos tú y yo despidiéndonos. Los abrazos, los besos, las promesas…la sonrisa que se te queda eterna en los labios.
Por poco se me pasa. No la hubiera diferenciado de las otras por las que pasé sino fuera porque el altavoz del tren lo anunció a bombo y platillo, “Próxima parada…”. No hubiera reparado en ella de no haber sido porque llevaba su nombre en grande en un letrero. Ni me hubiera fijado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario