viernes, 30 de agosto de 2013

Tormenta de agosto

Va a llover. Y yo corro hacia la lluvia y oigo la música de una guitarra de fondo. El otoño se ha adelantado, precipitadamente y yo no llevo paraguas ni periódicos donde refugiarme, ni quiero.
Quiero que llueva y que la lluvia me empape como me empapa la tristeza. Que me cale hasta adentro, que me moje la piel.
Que llueva ya. Que truene. Que el cielo se vuelva completamente gris, como este día. Huyo como los pájaros huyen de esta tormenta. Me pierdo entre las calles del Albaicin. Necesitaba esta tarde de soledad y de lluvia, de plazas vacías de turistas, de silencio, de dejar el móvil en casa. Ir sin rumbo fijo, coger hacia la izquierda o hacia la derecha como aspiro o espiro. Caminar sin pensar. Notar como me falta el aire en la subida. Pararme donde quiera, sentarme en cualquier escalón. Mirar donde me de la gana. Dejarme inundar por el vacío, acariciar las piedras de los muros. Sentir la soledad de los días tristes. No quiero volver todavía, quiero estar en esta plaza horas. Quiero caminar bajo la lluvia.
Cierro el cuaderno. Caen las primeras gotas.
...


Mientras vuelvo camino a casa, te encuentro perdido en una calle camino del Albaicin. Llevas 40 minutos buscándome por la ciudad con un paraguas. Para que no me mojara. Por estas cosas te quiero tanto.

lunes, 12 de agosto de 2013

Granada-Huelva

Camino de la playa. El sol que entra por la ventanilla del coche. Las piernas en el salpicadero. Tú a mi lado. Bob Dylan con su Knockin' on heavens's door de fondo. Ser concientes del momento en el que vives. Mirar de reojo. Sonreir. Sentir el tiempo que pasa, querer retenerlo. Cantar a gritos. Tener los pies en la tierra, las manos en el cielo. Cerrar los ojos. Saber que es imposible ser más feliz de lo que eres ahora.